También expresado como: a caballo regalado no le mires el dentado. Se refiere al hecho mostrar agradecimiento por aquello que nos regalado sin tener en cuenta de dónde ha salido o cuánto ha podido costar. Antiguamente, los ganaderos miraban cuidadosamente la dentadura de los caballos que iban a comprar para poder averiguar cosas como la edad o la salud del animal y no ser estafados con precios que no correspondían con las características que mostrarba. Sin embargo, si el animal era un regalo, no hace falta mirarle la dentadura, porque nunca te pueden engañar.
Aquí un video-parodia donde se explica el refrán de la mano del equipo de La hora de José Mota: